lunes, 19 de noviembre de 2007

JUANITO

Si hay una persona que representaba la alegría de vivir, de una manera sencilla, sin aspavientos ni excentricidades ese era Juanito.
De pequeño ya era el típico niño alegre, travieso, decidido y divertido. No digo irresponsable, pero tampoco responsable pues sus ocurrencias podían llegar a ser bastante peligrosas, como cuando decidió hacer un helicóptero y casi lo consigue, si no fuera porque se soltó la hélice y fue a parar a la frente de su hermana dos años menor y compañera de travesuras.
Siempre fue vivaz, despreocupado y amigo de sus amigos.

Futbolero aficionado, de joven perteneció al equipo de fútbol del pueblo que competía con los de los otros pueblos de alrededor; forofo del Real Madrid no perdía un partido televisado ya fuera internacional, de primera o sobre todo de su equipo del alma. Uno de sus recuerdos primordiales era su visita al estadio Maracaná en Río de Janeiro cuando estuvo trabajando en Brasil. Por supuesto esta anécdota iba seguida de su correspondiente chiste o chascarrillo, pues para todas sus historias había una gracia, un juego de palabras, un doble sentido fruto de su buen humor. Estaba dotado de una excelente memoria para las coplas populares que recitaba con gracia y explicaciones al margen.

Amante del baile, era una pareja esperada por todas las mujeres que como él disfrutaban moviéndose por la pista y no sé si sería por esa elegancia al moverse, por el poco peso o por algún duende que llevaba dentro, recuerdo a mi hermano decir, que cuando iba con el de paseo por caminos embarrados, Juanito volvía con los zapatos igual de limpios que cuando empezara a caminar, como si no hubiera pisado el suelo, a diferencia de él que llegaba con los suyos rebozados.

Siempre le recuerdo con sus caramelines mentolines que llevaba en los bolsos y nos ofrecía de críos, su boina, su caña de pescar, su meticulosa limpieza de manos pasando la piedra pómez para eliminar las callosidades, sus zapatos brillantes…

A pesar de la enfermedad que desde muy joven le sacudió e incluso lo tuvo doblegado en coma durante 9 días, nunca perdió el ánimo y puede decirse que como Lázaro resucitaba después de los achaques, que por otra parte nunca preveía, no se daba cuenta de su falta de azúcar que le hacía ser muy locuaz y divertido como si de un exceso de alcohol se tratase, sólo los que le conocían bien, y era mucha gente, advertían que algo iba mal y, los más allegados, que debía de tomar glucosa.
Yo creo queinteriormente siempre fue un joven sano y feliz.

Por eso me resisto a decir aquello de descanse en paz. Pues si estuviera en algún sitio no sería para descansar sino para sacarle jugo y disfrutar.

No hay comentarios: